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“Que vengan los niños”: las dominicas y el desarrollo de la fe de los niños

Por Carolyn White

Aunque menos religiosas tienem ministerio en las aulas, no han perdido su amor por acompañar a los jóvenes en su camino de fe. He aquí un vistazo de cómo las hermanas dominicas de Springfield y sus asociados están en colaboración al servicio de los y las jóvenes, apoyando su formación en la fe y alentando su crecimiento personal y espiritual.

 

La hermana María, de pie, a la izquierda, con sus compañeros catequistas y alumnos del colegio San José de Lima (Perú).

Aprendiendo empatía y servicio
La hermana María Luisa Ñaupari Gutiérrez, dominica de Springfield, tiene ministerio en el Colegio Parroquial San José de Lima, Perú, donde enseña religión a los alumnos de los dos primeros años de secundaria. En este barrio de clase media, la Hermana María y sus colegas enseñan a los alumnos a cuidar de sí mismos y a construir un sentido de comunidad y empatía. “Los ayudamos a vivir realmente su formación en la fe”, explica la Hermana María. Los estudiantes visitan residencias de ancianos y para comprender los retos a los que se enfrentan las personas empobrecidas, los estudiantes de San José viven durante 15 días con familias de bajos ingresos de los al rededores. “Tienen que hacer frente a una disponibilidad limitada de agua y alimentos” durante su visita, explica la hermana María, “pero hay mucho amor y muchos abrazos para todos”.

Convertirse en discípulos de Cristo
Molly Murphy, una asociada dominica de Springfield, es encargada de la pastoral educativa en el colegio Sagrado Corazon-Griffin, en Springfield, Illinois, aunque pasó sus primeros cuatro años allí enseñando teología. Nació en Morrisonville, Illinois, asistió a la Escuela San Mauricio y aprendió la alegría de tener un “compañero de fe” mayor con quien sentarse en misa. En colaboración con Kristie Tolliver, profesora de tercer curso en el Escuela Cristo Rey, ha incorporado un programa similar en Griffin del Sagrado Corazón.
Los alumnos de primer año de SHG (Sagrado Corazón-Griffin) se juntan con los de tercer grado de Cristo Rey, rezan por ellos e intercambian notas y tarjetas. Ahora, en la era posterior a la pandemia, este innovador programa de tutores incluye un retiro anual en SHG para todos los alumnos de tercer grado de las escuelas católicas de la ciudad. Este evento impulsado por la fe ofrece diversión y reflexión sobre por qué -y cómo- vivir como discípulo de Cristo cada día.
Las visitas entre los alumnos de SHG y las hermanas eran habituales antes de la pandemia, y este año han vuelto a empezar. “Nuestros compañeras de oración de la casa matriz envían tarjetas y palabras de ánimo a todos los estudiantes de SHG”, dijo Molly. “El objetivo de este año es reconstruir el programa de compañeros de oración e incluir visitas mensuales a la casa matriz e invitaciones a las hermanas a actividades en SHG”.

Tres de los alumnos de primer año de hermana Maria con una Biblia.

Lectoescritura por correspondencia y amigos para siempre
Stephanie Steele, una asociada que enseña quinto grado ylenguaje en 7 mo y 8 vo grado en secundaria en la Escuela Santa Inés de Springfield, cuenta otra hermosa historia de desarrollo de la comunidad y enseñanza del discipulado. Stephanie siempre ha disfrutado con el arte de la comunicación escrita y estaba decidida a inculcar esa disciplina a sus alumnos. Cada otoño, sus alumnos de quinto grado sacan al azar el nombre de una hermana de una cesta para iniciar la relación de amigos por correspondencia. Se cartean con las hermanas cada dos semanas y Stephanie entrega las cartas en la casa matriz y recoge el correo para los alumnos.
“A lo largo de estos dos últimos años, los alumnos de mi clase han hecho amistad para siempre con las Hermanas Dominicas de Springfield, Illinois”, explicó Stephanie. “Creo que, especialmente después de haber estado enclaustrados en nuestras respectivas burbujas durante la pandemia del COVID-19, es maravilloso poder reunir a estos dos grupos”. Algunos de los alumnos del año pasado, que ahora cursan sexto grado, han seguido escribiendo a sus hermanas de correspondencia este año escolar.

“Tengo la esperanza de que puedan continuar estas relaciones mucho después de haber terminado con el programa de amigos por correspondencia, recordando los carismas dominicos de comunidad -creando relaciones- y estudio -aprendiendo unos de otros”.

Creciendo en auto respeto

Mi propia historia comenzó cuando viví en Jacksonville, Illinois, y empecé a entrenar a “Niña en Carrera.” Me enamoré del concepto del programa y de las niñas que acudían fielmente a cada entrenamiento y terminaban la temporada con una carrera de 5 km por todo el distrito. Después de mudarme a Missouri, supe que quería seguir con el programa, así que ahora ayudo a entrenar en la escuela primaria San José en Cottleville, Missouri, y he empezado un equipo de tercer a quinto grado en mi propia parroquia de los Santos Joaquín y Ana en San Carlos, Missouri. También soy voluntaria en la biblioteca de la escuela, así que he visto crecer a estas niñas desde el jardín de infancia. Mi objetivo es marcar la diferencia en la vida de las niñas enseñándoles a construir sentido de equipo y a prestar servicios a la comunidad.
Ayudamos a las niña a verse a sí mismas y a verse entre ellas de forma positiva y les enseñamos a defenderse a sí mismas y a sus amigas. Les enseñamos a cuidar su cuerpo mediante una nutrición sana y ejercicio. Tanto si caminan como si corren, nuestro objetivo es inculcarles el ideal de que deben seguir avanzando. Uno de mis mayores placeres es oír a las niña compartir sus sentimientos y alcanzar sus objetivos. Nuestro proyecto de servicio comunitario de este año fue crear bolsas de regalo para los profesores y el personal y hacer tarjetas para ellos.

Ya sea que las Hermanas Dominicas estén ellas mismas en las aulas, como lo está la Hermana María Luisa, o que sean mentoras de estudiantes en otras formas creativas, su pasión por la educación, la construcción de la comunidad y el servicio continúa en los ministerios a los que sirven y entre los asociados de quienes han sido mentoras.

Carolyn vive en San Pedro, Missouri, con su esposo Paul, con sus hijas y su nieta cerca y forma parte del consejo editorial de JUST Words.

 

 

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